Retórica

Retórica y abogados: ¿matrimonio mal avenido?

Foto: Freephotos

Si algún colectivo social se representa en la imaginación popular como poseedor de un lenguaje difícil, alambicado y abstruso este es, sin duda alguna, el de los abogados. Esta fama viene de lejos y se refleja en la literatura de todas las épocas: en Los novios, la gran novela italiana del siglo XIX, Renzo, un campesino analfabeto, decide recurrir a un abogado (al que paga con dos gallinas) para que le permitan casarse con su novia, matrimonio que impedía un noble con intenciones libidinosas. El abogado, al intuir que aceptar el caso podría hacer peligrar su integridad física, le responde a Renzo en un lenguaje incomprensible poblado de latinajos y el campesino se vuelve a casa sin consejo y sin gallinas.

Foto: Mohamed Hassan

Muchos ciudadanos se sienten como el pobre Renzo cuando se ven implicados en los 126.1 litigios por cada mil habitantes que se celebraron en España durante 2017. El lenguaje de los agentes jurídicos abunda en latinismos (ex post facto), arcaísmos (otrosí) y expresiones rebuscadas (litispendencia); todo esto, además, en medio de un proceso que le resulta extraño al ciudadano medio. Y sin embargo, existen buenas razones para ello. El jurídico es un lenguaje muy especializado que transmite un saber altamente complicado y, entre profesionales, ser técnico es el camino más corto para ser claro. El abogado es, pues, un ser bifronte que se comunica, con una de sus caras, con el ciudadano, y con la otra se enfrenta a sus colegas. No es, preciso es reconocerlo, una situación fácil. A cada uno de sus interlocutores les corresponde una forma de hablar distinta, de modo que se pueda hacer comprender en ambos casos: al cliente hay que hablarle en términos claros; al colega, en términos técnicos. El problema surge cuando se utiliza el mismo tipo de lenguaje para ambos públicos y el resultado, la incomprensión de uno de estos públicos: casi siempre, el ciudadano medio.

En los últimos tiempos, se ha abierto paso entre los juristas la idea de que el lenguaje jurídico se debe simplificar para conseguir así procesos más fluidos (hablaremos de esto en otro post) y la comprensión del ciudadano. Desde Tecnolingüística hemos apoyado esta corriente tanto en nuestros trabajos para la Comisión de modernización del lenguaje jurídico, constituida por el Ministerio de Justicia en 2010, como en nuestra reciente publicación del Manual de estilo para abogados. Esta es una línea de trabajo todavía minoritaria, pero de implantación creciente entre los agentes jurídicos: el día en que los abogados hagan sencillo su lenguaje, el mundo será un poco más fácil.

2 comentarios en “Retórica y abogados: ¿matrimonio mal avenido?

  1. El lenguaje tecnico comprensible en la judicatura es excencial , para que tanto la persona del comun y la misma sociendad fluya un ambiente de atencion a su caso , lo mas importante entre los juristas se refleje una forma mas simplificada de hacerse entender.

  2. para ser mas claros que el abogado deje de ser un bifronte ya que la justicia se supone es ciega y que sea a la hora de litigar clara y concisa tanto para el ciudadano como a sus colegas para una buena impartición de justicia

Responder a Miriam Graciela león Vargas Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *